¿Cuáles son las consecuencias psicológicas del confinamiento?
El estado de alarma decretado por el gobierno debido a la expansión del coronavirus (COVID-19) nos sigue obligando a quedarnos en nuestras casas. Son muchas las personas que empiezan a sentir de forma acusada después de más de un mes de cuarentena los efectos psicológicos del confinamiento.
El confinamiento es una vivencia que genera multitud de efectos psicológicos para los seres humanos, pues somos sociales y activos por naturaleza, implica que hayamos tenido que cambiar todos los hábitos diarios, cambiar rutinas, adaptarnos a pocos metros cuadrados tanto el trabajo (para aquellos que, con suerte, sigan teletrabajando), el ocio, incluido el deporte, dejar de ver a amigos y familiares, y un larguísimo etc.
De golpe y porrazo nuestra vida cambió en marzo del 2020. Y nos ha tocado aprender a convivir con un estilo de vida mucho más tecnológico y prescindir de lo que realmente es importante. Nos ha tocado aprender a soportar la convivencia constante con nuestra familia, pareja o amigos, si es que estamos compartiendo piso, o nos ha podido tocar aprender a estar solos si no convivimos acompañados.
En definitiva, todos estos cambios producen de forma consecuente un malestar acusado, sin duda, son los efectos psicológicos del confinamiento.
¿Cómo ha sido la evolución de los efectos psicológicos del confinamiento?
Uno de los efectos psicológicos del confinamiento nada más empezar la cuarentena fue el auge de la preocupación sobre nuestra salud. Cómo íbamos a poder protegernos de ese “bicho” que estaba matando a tantísimas personas en nuestro país. Cómo iba a evolucionar esta pandemia, ¿era tan grave como decían los medios? ¿de verdad hacía falta poner en marcha tantas medidas restrictivas? Al final, muchos aprendimos a gestionar y habituarnos a este miedo, o mejor dicho, supimos mantenerlo a raya con nuestras medidas individuales: nos quedamos en casa, usamos geles hidroalcohólicos, vemos cómo la curva de contagio va disminuyendo… en definitiva, ese miedo parece que lo tenemos (en la mayoría de los casos) bajo control.
Pero los efectos psicológicos del confinamiento no acaban ahí, ni mucho menos. Empiezan a surgir los síntomas depresivos, apatía, desgana, desmotivación por la rutina en casa. Es el momento de cuestionarnos cuánto va a durar esto y tachamos de la agenda todos esos planes a medio y largo plazo para el verano. Lo que sentimos es real, y además, normal.
En la lucha incansable por mantenernos activos dentro de nuestra monotonía, surgen las nuevas medidas: la desescalada. Parece que ya empezamos a ver la luz al final del túnel. ¡Qué bien! Pero es ahora cuando empiezan a surgir nuevos efectos psicológicos del confinamiento: de nuevo cierto estrés y ansiedad, el miedo a contagiarnos cuando salgamos, qué va a ser de nuestro trabajo, cuándo vamos a volver a la normalidad con el trabajo, ¿y si se contagian los niños? ¿y si volvemos a como estábamos antes?, además de una incansable rutina casi obsesiva por lavarnos las manos y prácticamente todo lo que entra en nuestra casa con alcohol o lejía.
¿De qué manera nos puede afectar el confinamiento a nuestra salud mental?
No tenemos que asustarnos por los efectos psicológicos del confinamiento estos días, prácticamente todos estamos en esta situación y tenemos que aprender a gestionar esos cambios emocionales. Nos encontramos en una situación de estrés, ansiedad, incertidumbre y apatía.
- Emociones como la ansiedad, el miedo y la apatía son los síntomas principales, los protagonistas del confinamiento. Pensamientos anticipatorios y catastróficos se nos vienen a la cabeza constantemente. Esto no es más que un intento fallido de nuestra mente por intentar anticipar posibles peligros y tenerlo todo bajo control. Ser consciente de estos pensamientos pero no prestarles demasiada atención.
- Exceso de información. Ya lo decíamos al principio del confinamiento, y seguimos reiterándolo. Una de las conductas que más agrava los efectos psicológicos del confinamiento es estar sobreinformados constantemente. Esto solo hace que tendamos a sesgar mucho más toda la realidad que estamos viviendo. Entramos más fácilmente en un bucle de hipocondría, es decir, un miedo irracional a padecer una enfermedad, en este caso, el contagio por coronavirus.
- La incertidumbre como efecto psicológico del confinamiento. Esa incertidumbre está latente en nuestras mentes de forma constante desde que nos obligaron a quedarnos en casa. No se trata de estar completamente seguros y confiados, tenemos que aprender a convivir con la realidad que tenemos. No se trata de estar constantemente controlando lo que va a pasar, pero tampoco negarlo. Es posible que no haya nada que podamos hacer en este momento, o como mucho, controlar el exceso de información, reinventarnos en nuestro trabajo si somos autónomos, teletrabajar o esperar a nuevas órdenes si no somos autónomos, o seguir las indicaciones de seguridad y protección establecidas por el Ministerio de Sanidad, como lavarnos las manos, el uso de mascarillas o evitar salir a la calle si no es estrictamente necesario.
- Aprender a convivir y gestionar estos cambios emocionales constantes. Otro de los efectos psicológicos del confinamiento son estos cambios emocionales tan bruscos. Normalmente por días o incluso dentro de un mismo día podemos sentirnos de muchas formas diferentes. Es posible que en un determinado momento te sientas alegre, con ilusión y confiado, y en otro momento te sientas triste, o con miedo e incluso enfadado. Todo nos afecta más, es natural. Es importante que prestemos atención y normalicemos estos estados emocionales transitorios.
- Somos seres sociales. Por lo que el hecho de estar aislados va a repercutirnos en gran medida. Nos encontramos lejos de nuestros seres queridos, e incluso no sabemos cómo será la salud de estos familiares. Aquí podemos empezar a poner en marcha hábitos que quizá antes no hacíamos, como el uso de nuevas tecnologías, videollamadas y llamadas telefónicas con más frecuencia. Muchos de nosotros incluso se sienten más cerca de sus allegados desde el confinamiento.
- No le quitemos importancia, estos efectos serán temporales, sí. Pero en algunos casos esto va a generar a largo plazo también problemas emocionales y acentuar los que ya padecíamos. En muchos casos, como consecuencia de duelos mal gestionados o incluso estrés postraumático.
Recuerda que aún en este momento, podemos pedir ayuda profesional, pues los psicólogos nos encontramos trabajando de forma online. Pide cita si lo necesitas.